jueves, 24 de marzo de 2011

PRÓLOGO DE STONER POR CARLOS PINA



Hendrix nos enseñó a quemar la guitarra y hacer hogueras para celebrar el triunfo de nuestra supervivencia. Paz, amor libre, flores, festivales sin disparos ni bombas. Poemas para declamar en las tiendas de campaña, entre barro, porros y sensación de romper con las ataduras de lo absurdo. Iron Butterfly nos mantuvo pegados a la idea de una vida psicodélica con guitarra. Ahí fuera nos alumbra una piedra incandescente enamorada de nuestra alma, de los sonidos, de la poesía que empapa las canciones. Una invasión interior sin reglas, sexo y rock and roll. Desde los desiertos del sur a las nieves del norte. Desde Elvis Presley a Spiritual Beggars. Hacia el infinito, a las estrellas y mas allá. La locura burbujeante de un mar y su espuma.  En la originalidad del mismo, y descubrir que en el siglo 21, se pretende encontrar el no va mas, sabiendo, que mezclar los colores apropiados con la fuerza y el ímpetu arrollador, es el multiorgásmico universo de los sentimientos. Como buitres deshonestos, cortando retales de las esquinas para hacerse un edredón de parches. Un colage inteligente y apasionado, con el calor de un sol radiante. La luz dispersa de los sentidos.
El Stoner es un planeta en llamas, abrasando, derritiendo y acariciando desde el mundo de los estilos. 
  A finales de los sesenta llegó una explosión de magma puro. Los años setenta por nuevos, fueron importantes e innovadores y de todo el amor esparcido, surge el presente. Un gran Sol, enamorado de La Tierra. 
No tengo muy claro que Stoner, signifique una sola cosa. De hecho, ningún músico conocido me ha dicho que reconozca stoner como el estilo de música que hace. Ni siquiera Joss Home, QOTSA. 
  Pero algo se esconde, desde los amplis Orange hasta los Marshall y bajo los cimientos del sonido garaje, y al lado de las viñetas de Kiss. Desde las dulces melodías de Cream, a los bosques escarpados de Mountain. La poesía maldita. La que pone nombre a las ideas de los sueños, posibles e imposibles. Arcas doradas e idílicos paraísos.   
 Hay tanto amor entregado y prostituido entre poemas, que tenemos que buscar en los anales del rock.
Vivimos en una enorme piedra que nos mantiene con vida y nos la quita. Que respira y viaja en una especie de gran vacío amniótico.
Resulta curioso, nos movemos entre rock'as con vida propia. Y con unos corazones en fusión constante. 
Me ha hablado y me ha contado una vieja leyenda de hombres y mujeres que le dedican poemas y sonidos 
¡¡Y eso la vuelve loca!! 
  La sensualidad esta dentro de los humanos y la poesía debe de ser -jugar con fuego-. Arder antes que desvanecerse. Un planeta y una estrella, como amantes desesperados. Y nosotros en medio, con La Luna como convidado de piedra.  Como el gran ojo transmisor de corazonadas. Y cuando la grandiosidad nos supere, lo bueno es volver a uno mismo y vivir los latidos como si fueran los últimos. 
Hay personas que saben mentir, convenciéndonos de lo bien que escriben, otras se desbordan en cada palabra, llenando todo de humanidad. Pon en una balanza tus preferencias. Y cada uno que elija sus armas. Las palabras enredan todo y nos meten en laberintos impensables. La Tierra me volvió a hablar y me ha contado una vieja leyenda de mujeres y de hombres que nos asaltan con la desnudez de sus sentimientos, rozando, besando, y provocándo en nosotros sensacionessssss. 
-Para mi amiga María de Carlos Pina '10

viernes, 11 de marzo de 2011

STONER- SELECCIÓN DE POEMAS



                                                        XV




 Mírame bien.
Lo que tienes ante ti
es la montaña de Mahoma,
un pliegue de la Madre Tierra,
una arruga de la experiencia.
Mírame otra vez, hombre.
Soy el dolor bípedo,
la audiencia de la serpiente.
todo el tópico que inventes.
De mi nacen niños muertos
y fresas con caparazón,
espinas solas, sin rosas.
Barréname.
Ya que no puedes amarme,
ayudame a morir.

            XVIII
Río de tierra seca.
Gime el ojo.
Rictus de amargura y frustración.
Árido el rostro.
No mataré, pero no amaré.
Repudio y odio al hombre,
al que durmió a la razón
entre los brazos de Eros.
Animal salvaje, centauro raptor.
Bestia aniquiladora.
Soy mujer.
Confianza y orgullo arrasado.
Puesta en pié.
El puño dispuesto.
Y solo eso me queda: ser mujer.



                       XIV

Porque mis ojos son del color del olivo,
mis lágrimas, perlas de aceite,
doradas cuando un rayo de sol las besa,
saladas como gotas de mi mar sureño,
atravesadas por frías corrientes atlánticas.

Porque nuestra gravedad es seca cuando
el viento desploma los rizos de mi pelo
y eriza la piel en amaneceres rosas
y arrastra mi alma a tus pies,
sin querer.

Porque hay una luna amarilla y redonda
grabada en mi pecho, quemando,
como una medalla ardiendo
con tu nombre impreso,
como media naranja exprimida en el pezón,
que empapa de jugo dulce mi vientre.

Óleo, agua, aire y sal.
Quieres soñar conmigo?
 Entonces mira al sur.

                  VII


Si pudiera dar con las palabras exactas

y tu corazón se disparase a ráfagas,
la expresión precisa que ahogara tu garganta...
El amor me come las tripas.
“Echarte de menos” es sentencia inacabada.
Penetrar y llorar de placer,
eso es amor, puro y duro,
como el mejor rock´n´roll.
Y mis volcanes escupen hacia dentro.
Tengo gnomos danzando en mi estómago
Y una tribu de indios cabalgando por mi pecho.
Mis esquemas colapsados en tu nombre
que repite como eco mi conciencia.
Este tiempo parado e inerte,
este aire pesado y quieto piden,
a gritos, el soplo de un te quiero,
letanía utópica.
Te arrancaría la coraza a besos.
  ¿Qué música quieres poner a esto?



XXII

Cada vez que el recuerdo evoca Madrid se abre un agujero negro

en el espacio-tiempo que me absorbe.
Y todo da vueltas en la oscuridad de un eclipse total a pleno día.
Trato de aclarar la imagen, salir de la atracción.
Lucho y pierdo, vencida en la indiferencia del universo
que tu dejaste esparcida para la eternidad como estrellas errantes           
 
que ignoran toda petición, todo deseo, todo sueño.
Cada vez que me desborda el amor me enredo en un amazonas profundo
inmovilizada entre enormes árboles cuyas raíces anulan mis pasos,
atan mis manos y callan mis palabras con sonidos de otro mundo y otros seres
que me demuestran adónde pertenezco. "Fuera de aquí!"
Me gritan las aves cuyo aleteo traducen tu silencio.
Cada intento de acercamiento es un paso atrás,
un revolcón de resaca marina en la misma orilla que te ahoga,
enclavada en la arena en mis propias huellas.
Son miles de botellas flotantes con idéntico mensaje en su interior
de vuelta a las manos que las lanzaron.
Son tablas de madera encharcada
que me hundirían si me apoyara en ellas.
Cada vez que intuyo la vida, tu pintas cuadros de momias veneradas
en la misma pirámide que te guarda del exterior
para que el desierto no te haga llorar,
por si una lágrima cayera y creara un oasis nuevo,
para que el sol no curta tu piel
por si atrajera una caricia.


                        III
 
         Vértigo interminable.
Orbita la vida en torno
sin simulacro de frenada.
Un abrazo o solo un brazo:
hologramas danzantes en la náusea.
Atrapas aire y tragas aire
de la calle al estómago,
de la boca del viento a mis tripas,
en un beso forzado y enfermo.
Y continúa la resaca eterna
como un baile de cadencias sin reposo,
un barco en altamar a contraviento,
un vals loco, a solas.



Obra publicada el 13 de Marzo de 2010
Depósito legal: MA-1253
NºRegistro: 200999901267978
                                       Diseño de portada: Inés Erre